Por Psicóloga Clínica Teresa de Jesús Avilés R.

¿Es posible que una persona con rasgos narcisistas quiera cambiar… pero evite la terapia?
Sí. Lo he visto en consulta y también en quienes llegan a mí por redes sociales con esta misma inquietud. A veces, un hombre que ha perdido relaciones importantes debido a su ira o su forma de vincularse dice que quiere cambiar. Pero cuando se le sugiere acudir a terapia, se resiste.
En su lugar, busca respuestas en libros, en discursos intelectuales, en filósofos como Baruch Spinoza. ¿Puede eso realmente ayudarle a cambiar? La respuesta es compleja… pero profundamente humana.
Narcisismo: entre la apariencia y el dolor
Cuando hablamos de narcisismo, no siempre nos referimos al trastorno de personalidad narcisista como tal. Muchas personas muestran rasgos narcisistas sin cumplir todos los criterios clínicos. Estos rasgos suelen incluir:
– Dificultad para reconocer errores,
– Necesidad de control y validación constante,
– Poca tolerancia a la frustración,
– Baja empatía hacia los demás.
Detrás de esta fachada, suele haber una profunda herida emocional, una historia de vacío, rechazo o sobreexigencia emocional. Y es justo ese dolor el que, a menudo, se oculta bajo la ira, la arrogancia o la negación.
¿Por qué algunos evitan la terapia?
Aceptar ayuda terapéutica implica vulnerabilidad. Significa dejar de justificarse, reconocer que algo no está funcionando, y exponerse emocionalmente.
Para alguien con rasgos narcisistas, esto puede sentirse como una amenaza a su autoconcepto. Por eso, muchos buscan alternativas que les permitan mantener una sensación de control: cursos, libros, videos… y, en algunos casos, filosofía.
Filosofía como refugio intelectual
Baruch Spinoza, por ejemplo, fue un filósofo que hablaba de libertad interior, del poder de comprender nuestras emociones a través de la razón. Sus ideas invitan a reflexionar sobre cómo somos parte de un todo, y cómo el conocimiento nos libera del sufrimiento.
Escuchar a Spinoza puede ofrecer claridad y consuelo. Puede incluso despertar el deseo de ser mejor persona. Pero también puede convertirse en una forma de *evitación emocional*:
«No necesito terapia, yo me entiendo solo con la razón.»
La transformación verdadera no ocurre solo entendiendo conceptos, sino sintiendo y conectando con el otro desde el corazón.
¿Puede una persona narcisista volverse más empática?
Sí, pero no es automático. La empatía es una capacidad que se entrena y se elige. Requiere práctica, humildad y acompañamiento. Algunas personas comienzan a cambiar cuando enfrentan pérdidas significativas: una ruptura, el distanciamiento de sus hijos o la soledad emocional.
Ese dolor puede ser el punto de partida para mirar hacia adentro con honestidad. Y a veces, la filosofía puede abrir una grieta por donde entre la luz. Pero se necesita más:
Se necesita voluntad. Se necesita acompañamiento.
Y sobre todo… se necesita valentía emocional.
Conclusión
Escuchar filosofía puede ser un buen primer paso. Puede despertar preguntas, mover estructuras internas y abrir el deseo de cambiar. Pero el cambio profundo requiere algo más que comprenderse intelectualmente. Requiere sentir, reparar, y conectarse de verdad con el otro.
Si tú o alguien que conoces está transitando este camino, recuerda: la terapia no es una debilidad. Es una forma de volver a ti, de aprender a amar sin dañar, y de sanar heridas que ya es hora de soltar.
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Contacto profesional:
Psicóloga Clínica y Maestra en Psicoterapia Humanista
Teresa de Jesús Avilés R.
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